Lineas convergentes

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lunes, 8 de febrero de 2016

Dios o la psicología?

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez

Era una bella tarde invernal, la gran ciudad parecía de fiesta. Decidí salir a trotar por el viejo puente, que hacía unos años servía de tráfico comercial y que ahora lo habían convertido en un paso peatonal con fines turísticos. Pensé detenerme en este para ver la puesta del sol como solía hacer tiempos atrás.

Cuando hacía el recorrido, justo en la mitad del puente, que a la vez es la parte más alta, una muchedumbre, la mayoría con sus celulares en la mano, filmaban la actitud sospechosa de un joven que desde el lado opuesto, al parecer intentaba arrojarse al vacío.

Al acercarme más al grupo, escuché dos o tres  personas tratando de persuadirlo para evitar el acto, mientras el resto permanecía en silencio, quizás pensando en grabar un buen video para subirlo a las redes sociales y tener su minuto de fama.

Al observar tan desagradable espectaculo, se me ocurrió correr unos metros más hacia delante y retroceder por el camino que estaba mas cerca al joven, pero antes desabroché uno de mis zapatos como buscando un pretexto conmigo mismo para detenerme junto a el.

Mis pensamientos se volvían confuso en la medida que  me acercaba, no quería asustarlo y no tenía idea de como comenzar la conversacion.

Una vez llego el momento le pregunté. ¿Tu crees en Dios hermano? No, fue su respuesta. Al escucharlo me senti confundido, a decir verdad esperaba un si. Rápidamente tome la iniciativa y le dije, entonces permíteme orar por ti.

Me arrodillé, cerré los ojos y levanté los brazos como había visto que hacen los devotos y con palabras claras y en voz alta para que me pudiera escuchar sin dificultad comencé una improvisada oración.

Señor, ante la firme y difícil decisión que este valiente joven ha tomado, te imploro le concedas una muerte rápida, de manera que su familia no tenga que sufrir lo que esta sufriendo la mía, con el fallido intento de suicidio de uno de mis hermanos. No lo dejes paralítico para que otras personas no lleven sobre sus espaldas su peso. Evítale con una muerte instantánea las interminables terapias en los hospitales, que parten los corazones de quienes escuchan los gritos de dolor. Por último, te pido señor, le des valor a su madre para que acepte la muerte de su hijo y no pase lo que mi vieja pasó al ver a su hijo muerto en vida sin poderlo ayudar.

No alcancé a decir amén, cuando sobre mi cuello se abalanzó el joven en puro llanto y pidiendo disculpa por la estupidez que estaba a punto de cometer. Le di un abrazo y comencé a llorar junto con el pues también tengo hijos y no quisiera pasar por un momento tan desagradable.

Volví a mirar al cielo, como buscando de donde había salido el milagro, entonces recordé haber escuchado que Dios obra por senderos misteriosos. De cualquier modo lo más importante es que se salvó una vida.

Justo cuando se acercaba los carros de emergencia que alguien se dignó en llamar, emprendí la partida, continué trotando sobre el puente y sin volver mi cabeza atrás desaparecí entre las viejas calles de la ciudad quedando así en el anonimato.
 
JBRA.

miércoles, 27 de enero de 2016

Echemos una mirada al mundo.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez
 

Solamente aquellos que carecen de los más elementales conocimientos de las ciencias y en especial de las ciencias militares, son capaces de creer que la vida en la tierra continuara más allá de una tercera guerra mundial.

Algunos ilusos son capaces de vaticinar un gran ganador si se avecinara un conflicto global.

Los caminos belicistas que las grandes potencias han tomado, haciendo gala de los mas altos descubrimientos tecnológicos, han puesto al mundo al borde del colapso. Para muchos entendidos es el principio del fin, si no se llega a un acuerdo justo y equitativo, donde los más pobres tengan derecho a una vida digna.

Ojala haya tiempo para frenar las ambiciones extraterritoriales de las super potencias, evitando de esa manera la disparidad entre los países y el distanciamiento entre los mas pobres y los mas ricos.

Mientras no seamos capaces de voltear la mirada a lo que esta ocurriendo en el mundo, estamos contribuyendo a su autodestrucción, privando a nuestros hijos y nietos de vivir en un ambiente sano y seguro.
 
JBRA.

martes, 26 de enero de 2016

Quiera Dios.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Quiera Dios que nuestras vidas

anden juntas para siempre

y que nada nos impida

amarnos eternamente


Te llevare de la mano

a  sitios desconocidos

de los demás muy lejanos

para estar solo contigo


Te estrechare entre mis brazos

hasta fundir nuestros cuerpos

y cuando estemos exhaustos

disfrutaré de tu aliento.
 



Besare muy suavemente

tus carnosos labios rojos

y beberé de tu fuente

para saciar mis antojos


Cuando hayamos disipado

todas nuestras energías

quedaremos hechizados

y nuestras almas unidas.
 
JBRA.

domingo, 24 de enero de 2016

Amor eterno.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Pasó mucho tiempo pensando como demostrarle el intenso amor que sentía por ella. Hacía poco más de un año que se conocían, sabía que estaba soltera, sin compromiso alguno, pero un indescifrable misterio rodeaba a la bella y atractiva chica, nunca hablaba sobre ella y siempre se le veía sin compañía.

Aquel lunes, decidió regresar a la oficina más temprano que de costumbre, llevando consigo el más hermoso ramo de rosas jamás antes visto, colocándolo  cuidadosamente sobre el escritorio de ella.

Poco mas tarde al arribar la chica, sin poder disimular su asombro dirigió al impávido hombre que apenas lograba sostenerse sobre sus piernas, una mirada que más que alegría por la sorpresa reflejaba tristeza y melancolía. Sonrió nerviosamente y le agradeció la gentileza hacia su persona.
 
Aprovechando la ocasión, el le dejo saber cuanto significaba su presencia y lo importante que podía ser ella para su vida.

Las palabras de la joven dejó confundido al tierno enamorado. No eres merecedor de mí, le dijo, vivo en un mundo muy complicado disfrutando cada día como si fuera el último de mi vida.

El hombre no comprendía como una persona tan carismática podía vivir tan solitaria. Muchas dudas acudieron a su cabeza, pero ninguna de estas lo alejaron de sus verdaderas intensiones.

Al siguiente día, las rosas habían abierto de manera impresionante, contagiando todo el espacio con su perfume seductor. Cerró los ojos y por un instante la imaginó a su lado rozando sus labios con los de ella y acariciando sus finos y rubios cabellos.

El timbre del celular interrumpió su fantasía y aunque no conocía el número contestó.

Buenos días, dijo una voz débil y confusa desde el otro extremo de la línea. Era la chica comunicándole que se ausentaría al trabajo por encontrarse delicada de salud.

No te preocupes, descansa y recupérate le dijo el hombre, no sin antes ofrecerle su ayuda.

Dándole las gracias, la joven cortó la llamada sin un adiós.

A la mañana siguiente, recibió otra llamada dejándole saber que continuaba enferma, esta vez su voz se escuchaba lejos, como perdida en el tiempo.
 
El hombre miró las rosas, que continuaban frescas y olorosas como sustituyendo su presencia, pero percibía algo extraño al observarlas. Tras sentir una corazonada, paso la vista detenidamente por el escritorio de la joven  y tomo una pequeña nota que sobresalía entre el resto de los papeles cuidadosamente organizados, donde se podía leer.

“Perdóname, no tuve el valor para decirte que también te amaba, ya no regreso mas”.

Sintió detenerse su corazón, su respiración se cortó por un instante, trató de decir palabra alguna y no pudo gesticular, simplemente, creyó su vida acabada con su partida.

Desesperadamente trató de comunicarse al número de teléfonos que guardaba en la memoria del suyo, pero todos los intentos fueron fallidos, era evidente que había apagado su celular o peor aun lo había desconectado.

Durante todo el día trato de comunicarse sin lograr resultado, trato de conciliar el sueño al llegar la noche pero fue imposible.

Al amanecer, decidió no ir a trabajar, pensó en ella, pensó en las rosas, pensó en la nota, así estuvo por los siguientes dos días.

Cuando regresó a la oficina, aun sin fuerza y sentimentalmente herido, su sorpresa no pudo ser mayor, las rosas no estaban en el lugar que ocupaban, trató de buscar una explicación, pero otra nota esta vez en su escritorio aclaró todo. “Vine por las rosas, estarán conmigo por siempre, aquí te dejo las llave de la oficina, espero seas feliz”.

Desplomándose sobre una silla, trató de comprobar que lo que estaba viviendo era real y al reaccionar lloró desconsoladamente.

Perdiendo la noción del tiempo, deambuló por las calles, veía su imagen en el rostro de otras mujeres, gritaba su nombre sin saber a quien llamaba.

Cuando el devastado hombre logró organizar sus pensamientos, se propuso localizar la residencia de la mujer a la que amaba con loco frenesí.

Valiéndose de las redes sociales, consiguió una buena pista que lo llevó a un edificio de apartamentos en las afuera de la ciudad. Era un lugar tranquilo, accedió a su interior y tomo el ascensor hasta el piso numero ocho, busco el número del apartamento y accionó el timbre, nadie respondía en su interior. Decidido a todo, tocó con el puño de la mano tan fuertemente que la vecina abrió su puerta para ver que sucedía.

Ahí no vive nadie, dijo la sexagenaria mujer.

Busco a esta persona, le dijo el rápidamente.

Ah, es usted su enamorado, continuó la señora.

Como lo sabe? Preguntó el sorprendido hombre.

Muchas veces ella hablaba de usted, que pena que no pudieron compartir una bonita relación.

Aquí hay una carta que ella le dejó antes de partir, sabía que usted vendría.

Antes de partir a donde, preguntó él.

Al cielo, contestó la mujer. Ella se ha ido al cielo, reafirmó.

El rostro del hombre palideció, incrédulo comenzó a llorar, se arrodilló y juró buscarla en el mas allá. Estuvo mucho tiempo inmóvil, preguntándose una y otra vez porque, sin obtener respuesta.

Ya de noche en su habitación decidió leer la carta. En esta explicaba detalladamente la penosa enfermedad que padecía y le pedía perdón por no haberle confiado sus problemas, pues no quería verlo sufrir.

Allá te espero, escribió en su última línea antes de terminar con un te amo.

Cuando amaneció, aun débil, sin poder contener sus lágrimas, fue hasta el cementerio donde depositaron sus restos, cuya dirección aparecía en la carta evidenciando que había arreglado todo de ante mano, al acercarse a la tumba donde yacía, encontró junto a su fotografía el ramo de rosas rojas que el le había regalado con señales evidente de que morían junto con ella.

Mirando fijamente su fotografía murmuró, yo también te amo. Permaneció en silencio durante largas horas, cayó la tarde y al llegar la fría noche el hombre casi desfalleciente aun permanecía junto a la tumba, nada ni nadie hubiese podido consolarle.

Al aclarar el día, los celadores del cementerio activaron la alarma para comunicar que habían encontrado un cuerpo sin vida sobre una tumba, cuando lograron reconocer el cadáver se trataba del eterno enamorado, aquel que murió de frío para estar junto a su amada.

JBRA.

domingo, 3 de enero de 2016

El precio de la libertad.

Escrito por : Julio Bautista Rodriguez



Han pasado casi veinte años y aun recuerdo como si fuera ayer, el día que decidí abandonar la tierra que me vio nacer. Apenas tuve tiempo de telefonear a mi madre que vivía al otro extremo de la isla para notificarle mi partida. En ese instante sentí deseos de abrazarla, pedirle perdón por los malos ratos que le hice pasar y decirle cuanto le amaba, pero la distancia impedía el contacto personal entre ambos.

Recuerdo su voz temblorosa y entrecortada cuando decía. Cuídate mucho hijo, espero tu decisión sea sabia, por favor no tardes en llamarme.

Al escucharla sentí como todo se derrumbaba en mi interior, la consolé como pude y le prometí volvernos a ver muy pronto. También le prometí estar al tanto de lo que necesitara y ayudarla a mejorar sus condiciones de vida, no la escuche llorar, pero sabía que su corazón lo hacía en silencio.

Triste fueron los momentos que viví, dejaba atrás a mi familia, amigos y a la mas bella de las antillas. Después de arribar a mi nuevo destino, cada día lejos de mis viejos, mi hija, mis hermanos, me parecían años, poco a poco me fui adaptando a la nueva forma de vida y a la nueva sociedad.

Luego del primer año sin ver a los míos, comencé a hacer planes para visitarlos al siguiente, así pasaron dos, tres y muchos mas. Nunca dejaba de ayudarlos, en especial a mis padres, los más necesitados por sus avanzadas edades.

El tiempo implacable no perdonaba y la promesa de volver a ver a mi madre se quedaba cada vez más lejos, hasta que un día llego la triste noticia de su fallecimiento.

En más de una ocasión sentí la corazonada de poder arribar a mi patria y besar su suelo, caminar por el barrio donde crecí y visitar la tumba de aquella que me dio la vida, pero era solo eso, una corazonada.

Continué pendiente de mi padre hasta que también dejo este mundo para ir a acompañar a mi viejita. Me duele haber quedado en deuda con ellos por no poder regresar, pero ese es el precio que hay que pagar por la libertad, libertad que también ellos gozan en el mas allá.
 
 
JBRA.

 

lunes, 28 de diciembre de 2015

Pensamientos.


Escrito por: Julio Bautista Rodriguez
 
 
“Cuando la tarde cae

y el canto de los pájaros

languidece

Vienes a mis pensamientos

y mi alma se enternece

 

Imagino tu mirada, profunda,

sutil y seductora

Queriendo conquistar mi corazón

que clama por tu amor a toda hora

 

Siento tus suaves labios

deslizarse por mi piel

Llevándome a los extremos

y haciéndome enloquecer”.
 
 
JBRA.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Donde te escondías amor.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Donde te escondías amor

durante todo ese tiempo

cuando un intenso dolor

se apodero de mi pecho.

 
Te busque en cada mirada

en cada palabra dicha

pero nunca te encontraba

tal vez andabas de prisas.
 

Ahora que estas cansado

buscas a mi corazón

pero el esta amurallado

ya no tendrá compasión.

 
Que tarde has llegado amor

no sabes cuanto he sufrido

tu mataste mi ilusión

no debiste haber venido.

JBRA