Lineas convergentes

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Lineas convergentes

lunes, 28 de diciembre de 2015

Pensamientos.


Escrito por: Julio Bautista Rodriguez
 
 
“Cuando la tarde cae

y el canto de los pájaros

languidece

Vienes a mis pensamientos

y mi alma se enternece

 

Imagino tu mirada, profunda,

sutil y seductora

Queriendo conquistar mi corazón

que clama por tu amor a toda hora

 

Siento tus suaves labios

deslizarse por mi piel

Llevándome a los extremos

y haciéndome enloquecer”.
 
 
JBRA.

domingo, 27 de diciembre de 2015

Donde te escondías amor.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Donde te escondías amor

durante todo ese tiempo

cuando un intenso dolor

se apodero de mi pecho.

 
Te busque en cada mirada

en cada palabra dicha

pero nunca te encontraba

tal vez andabas de prisas.
 

Ahora que estas cansado

buscas a mi corazón

pero el esta amurallado

ya no tendrá compasión.

 
Que tarde has llegado amor

no sabes cuanto he sufrido

tu mataste mi ilusión

no debiste haber venido.

JBRA

lunes, 21 de diciembre de 2015

Tu mirada, tu sonrisa, tus palabras.....

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Tu mirada,
es como la inmensa ola que cubre
la vasta orilla del mar.

Tu sonrisa,
es como la luz que ilumina
la oscura noche invernal.

Tus palabras,
son como gotas de lluvias
en un hermoso rosal.

Tal vez no eres la mujer perfecta
pero eres la ideal,
la que seduce, la que excita,
la que despierta grandes deseos de amar.

Que nunca se apague,
tu voz, tu mirada, tu sonrisa
donde combinas lo dócil y lo salvaje
lo objetivo y lo idealista.
 
 
JBRA

domingo, 20 de diciembre de 2015

Estamos condenados

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Somos un marco sin pintura en su interior
aparentando ser la obra de un gran pintor.

Somos la historia que no se puede contar
porque es transparente como un cristal.

Somos lo que no fue pero intentamos ser
la hipótesis perfecta sobre un papel.

Somos la realidad que puedes encontrar
en parejas de amantes en cualquier lugar.

Estamos condenados a no entendernos
estamos condenados a perdernos
vivimos por vivir en este mundo
sin amor, sin pasión y sin orgullo

Estamos condenados a separarnos
estamos condenados al sufrimiento
la vida se nos ha ido sin amarnos
lamento si te herí los sentimientos.
 
JBRA.

lunes, 14 de diciembre de 2015

Como quisiera ser....

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Como quisiera ser el aire

que roza tu pelo cuando vas de prisa.

Como quisiera ser la huella

que deja en tus labios tu dulce sonrisa.

Como quisiera ser el agua

pura e incolora que baña tu cuerpo.

Para calar las entrañas

donde tu atesoras íntimos secretos.
 
JBRA

domingo, 13 de diciembre de 2015

Sobre peso.

Escrito por : Julio Bautista Rodriguez


Hace unos días, al arribar al trabajo salude a dos compañeras que hablaban discretamente. Luego de dar los buenos días, una de ellas sin contestar mi saludo, me pregunta. ¿Tú me ves gorda?
Al instante  conteste que no, cosa que era cierto y siguiendo  su conversación  la escuché decir que otra persona le había comentado que estaba sobre peso.
Al escucharla la interrumpí,  le pedí  disculpa por mi atrevimiento  y le dije. Pienso,  quien hizo tal comentario  tiene toda la razón, ella me miró sorprendida y le pedí por favor  que me dejara terminar.  El detalle esta, proseguí,  en que no especificó que tu sobre peso lo llevas en tu corazón por ser  buena madre, buena amiga, buena esposa y  buena hija.
Sin salir de su asombro  me dio  las gracias y rápidamente pude ver el cambio en su semblante y una  sonrisa en sus labios que expresaba tranquilidad y confianza en si misma.
Nunca debemos  estigmatizar  a  las personas por sus apariencias, miremos primeros su interior y sobre todo nuestro interior antes de hacer un comentario  y verán como lo poco o lo mucho de bueno que encontremos  por dentro servirá para minimizar cualquier manifestación externa por desagradable que sea.
JBRA

viernes, 11 de diciembre de 2015

Perdón y justicia.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Nacieron con apenas unos minutos de diferencia, durante algo más de ocho meses, habían compartido el mismo útero. La niñez de los gemelos transcurrió en un ambiente sano por lo que se veían siempre felices y  bien atendidos. Al entrar en la adolescencia, tuvieron que enfrentar la pérdida, primero de su padre y luego de su madre a la que juraron en su lecho de muerte no separarse  por el resto de sus días.
Pasado los treinta años, uno de los hermanos decidió contraer matrimonio con la condición de seguir conviviendo en la misma casa, fruto de la herencia  de sus padres.
Todo transcurría en una aparente armonía. Cada tarde, la ahora señora de la casa, esperaba a los hermanos con el café servido después de terminar largas y agotadoras jornadas de trabajo cultivando la tierra.
Se hizo costumbre que el matrimonio ocupara un viejo pero robusto  banco de madera que conservaron sus padres de sus ancestros, el otro hermano lo hacía en un maltrecho sillón de hierro.
Un lluvioso día, ante la imposibilidad de ir a realizar sus labores agrícolas, el esposo decidió hacer algunas gestiones personales y realizar unas compras pendientes en el mercado más cercano.
Al regresar a la casa, después de algunas horas, se dirigió al cuarto al no ver a su esposa esperándolo y sobre la cama encontró un pequeño papel donde se leía solo una palabra,  “perdóname”.
Desesperadamente buscó a su esposa, pero no obtuvo resultado, había partido sin dar explicaciones. Al preguntar a su hermano, este en aparente calma le dijo no saber nada acerca de ella.
Transcurrían los días, el hombre sentado en el banco donde cada tarde compartía un café con su amada, sentía pasar el tiempo lentamente, esperanzado con su  regreso, aprendió a vivir con el silencio de su ausencia.
La amaba incondicionalmente, cada noche construía sueños e imaginaba nuevas aventuras junto a ella, no había dudas de que su amor era puro, era del bueno.
Los meses pasaron transformándose en años y aquel fiel enamorado continuaba a la espera de alguna noticia de la única mujer a la que había entregado su corazón, a la que prometió amor eterno.
Un día también lluvioso, el hombre ahora con su cabellera blanca, el cuerpo encorvado y gastado por las décadas vividas, divisó con mucha dificultad, dos siluetas que se acercaban a su vieja casa. Sentado como era costumbre en su banco de madera, pregunto a los visitantes con voz ronca y entrecortada quienes eran.
Se escucho una voz de mujer decir su nombre, la sorpresa fue tan grande, que apenas el hombre escuchó la  presentación de la otra persona. La mujer también gastada por el tiempo se acerco al rostro pálido del sufrido amante, deposito un beso en su fría y sudorosa frente, volvió a repetir su nombre y muy suavemente tomo sus manos, se sentó  junto a él,  en el mismo banco como lo hacían antes y susurro a su oído algunas palabras que lejos de alegrar al maltrecho esposo lo transformaron en un cuadro de dolor.
El, intentó hablar, pero sus labios no lograron abrirse, titubeo, trató de ponerse en  píe, pero no tenía fuerzas para hacerlo.
Cuando logró recuperarse, miro fijamente a quien acompañaba a la mujer y como si no lo hubiese visto al llegar, volvió a preguntar quién era. Es mi hijo, contesto ella, tiene cincuenta años y también es tu sobrino
Confundido, pero aun tomados de la mano, miro al cielo como pidiendo una explicación a Dios. Fijo la mirada en los ojos de la mujer y le dijo, estas perdonada.
El anciano notablemente nervioso,  se excusó para ingresar al interior de la vivienda, cerró la puerta y la aseguró.  Después de unos minutos, se escucharon dos fuertes  disparos. Cuando la mujer y su hijo lograron entrar, dos cuerpos yacían tendidos en el suelo, aun vivo y con trabajo para respirar, se escucho al moribundo esposo pedir perdón por haber tomado la justicia por su mano.
La mujer cegada por el llanto, coloco la  cabeza de su amante sobre su falda,  acarició sus cabellos y volvió a besar su frente mientras sus ojos se cerraban para siempre. 
El hijo que no tuvo la oportunidad de mediar palabra alguna con su padre comenzaba a comprender el sufrimiento que acompañó a su madre durante tanto tiempo, ayudo a levantarla y abrasándose a ella le pidió perdón por reprocharle tantas veces el vivir en soledad.
Camino al pueblo para informar a las autoridades lo sucedido, ambos tomados de la mano, se alejaban de la  humilde casa, dejando una vez más al silencio como único acompañante de los cuerpos, esta vez ya sin vida.

JBRA

jueves, 10 de diciembre de 2015

Cañamero.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Su nombre era Cañamero, nació y se crió en un pobre barrio intrincado en lo profundo del monte y habitado por alrededor de un centenar de  personas.
Era hijo único, desde muy joven quedó huérfanos de padre y madre, convirtiéndose  en una persona poco conversadora, solitaria, pero muy inteligente y trabajadora.
Ya de hombre, se dedicaba a cultivar un pedazo de tierra que había quedado como única herencia de sus padres la que le servía de medio de subsistencia.
Su choza con piso de tierra, paredes de tablas de palmas y techo de guano, permitía cada mañana penetrar la luz del día por cada rendija, aclarando su interior al punto de no haber diferencia con el exterior.
Cañamero era un hombre muy servicial, ayudaba a todos a cambio de nada. Su humildad fue interpretada erróneamente por algunos pobladores del barrio, entonces muchos comenzaron a abusar de su amabilidad.
Una noche, un grupo de hombres que participaban en una improvisada fiesta, al parecer con unas copas de mas, llegaron hasta donde vivía, prendieron fuego a su maltrecha casa, también quemaron y destruyeron parte de la cosecha con la que sobrevivía, matando y robando la mayoría de los animales que criaba.
Lejos de convertirse en una persona rebelde y aún conociendo a los autores del daño, al otro día, recorrió los mismos caminos como lo hacia diariamente, levantando su mano para saludar a quienes se encontraba a su paso, incluyendo a los que habían hecho acto de presencia en su propiedad la noche anterior.
A pesar de que hubo algunos comentarios sobre lo ocurrido, nadie fue capaz de rechazar la descabellada injusticia abiertamente.
Durante mucho tiempo Cañamero durmió en una vieja hamaca, bajo la copa de un frondoso árbol, pasando frío en las madrugadas, soportando dolorosas picaduras de insectos e  intensas lluvias en ocasiones. Nunca se escuchó palabra alguna de su parte sobre las malas acciones en su contra, a pesar de que cuando no lograba conciliar el sueño algunos raros pensamientos atormentaban su mente.
Un día labrando la tierra, encontró una caja metálica que contenía valiosos objetos, se sorprendió tanto que le costó mucho trabajo  creer que el hallazgo era cierto, no cabía dudas de que la caja tenía un valor incalculable.
Una mañana recorrió durante mas de tres horas un largo camino para llegar hasta el pueblo mas cercano, allí también lo conocían todos los pobladores a pesar de  que era mucho mas grande que su pueblo natal. Cañamero se acerco a un famoso comerciante y canjeó una hermosa prenda por víveres, licores y una carreta tirada por dos robustos caballos. En la carreta coloco las cajas y los sacos, llevando suficiente provisiones para los habitantes de su pueblito que al recibirlos y sin salir del asombro comenzaron a vitorear al humilde hombre
Repartió los alimentos casa por casa dejando doble donación en aquellas donde vivían quienes les habían hecho daño, como un subliminar mensaje, pues era un secreto a voces, que abusaban y pegaban a sus esposas cuando llegaban trasnochados y no encontraban que comer. De esta manera trataba de aliviar la penosa situación de esas mujeres victimas del más humillante machismo que imperaba por aquellos tiempos.
Era una noche donde la luna estaba ausente, cuando Cañamero decidió marcharse del pueblo. Aprovechó que todos dormían y desapareció sin dejar rastro alguno, dejando un gran misterio entre todos los vecinos.
Años más tarde, apareció en el pueblo un elegante hombre de negocios, llevando la única fuente de empleo y prosperidad a la región. Muchos especularon acerca de éste, pero nadie  reconoció al empresario Cañamero.
Construyo caminos, una escuela para los niños, una iglesia y otros pequeños negocios que cambiaron la vida a todos los que allí vivían, abriendo así las puertas a nuevos habitantes. También fijo su nueva residencia en el lugar convirtiéndose  en el amo y señor del pueblo.
 
Bajo un argumentado pretexto, busco la oportunidad ideal,  para reunir en el mismo lugar donde cometieron el crimen, al grupo de maleantes que lo dejo sin vivienda varios años atrás. Una vez reunidos todos  dijo con voz firme y fuerte. Mi nombre es Cañamero y estoy aquí para hacer justicia, desde el primer momento supe que fueron ustedes los causantes del siniestro que me dejo sin hogar, quiero ser condescendiente y directo, he aquí el trato.
 
A  partir de este momento trabajaran para mi como empleados domésticos, sus salarios serán pagados a sus esposas o familiares allegados para que compren alimentos y artículos de primera necesidad, les queda  prohibido ingerir bebidas alcohólicas o participar en actividades sociales y  el único día libre que tomaran en  la semana, lo pasaran en la iglesia en misa o ayudando en los quehaceres en esta. De no aceptar, serán denunciados y puesto bajo la disposición de las autoridades para que pasen el resto de sus días en la cárcel.

Aceptan o no aceptan? Pregunto Cañamero esta vez con voz mas suave.
 
Casi al unísono, se escucho a todos decir, acepto señor.

Inmediatamente, los hombres se incorporaron a las funciones domesticas designadas hasta entonces  para mujeres, realizando todo tipo de quehaceres, en sus ratos libres eran educados por el señor Cañamero, aprendieron a escribir, leer y a comunicarse de manera respetuosas con las demás personas.
 
Desde entonces los habitantes y visitantes del pueblo curioseaban a los encargados domésticos cuando cada día salían a hacer las compras o a limpiar los alrededores de la casa.

Obligados a saludar  cordialmente a todos los transeúntes, los hombres inspiraron a todo un pueblo a hacer chistes y redactar historias sobre ellos, atrayendo  visitantes de regiones cercanas interesados en conocer a quienes habían roto todos los estándares machistas existentes hasta entonces. De esta manera, el olvidado pueblo, se convirtió en el más renombrado por esos tiempos.

JBRA.                  

miércoles, 9 de diciembre de 2015

El niño, el crucifijo y el tendero.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Los médicos le habían pronosticado un año más de vida, el niño vivía en el seno de una familia adinerada, tenía todo tipo de atenciones y pasaba gran parte de su tiempo en compañía de algún familiar cercano.

A pesar de no estar solo, el no poder compartir con otros niños de su edad lo hacía sentirse aislado.

En muchas ocasiones, la madre le dejaba saber lo afortunado que era al tener a su alrededor a tantas personas que lo amaban y comparaba su nivel de vida con la de los niños que vivían en un orfanato en  las afuera del pueblo, donde la carencia de alimentos y el calor familiar eran evidentes.

En su último cumpleaños recibió todo tipos de regalos, unos de menos valor que otros, pero todos muy caros.

Su hermana le obsequió un crucifijo valorado en miles de dólares, lo colocó en su cuello y a pesar de la tristeza que albergaba, dió las gracias por el regalo dejando escapar una leve sonrisa.

Al terminar el día, el niño exhausto quedó dormido en su cama sin despojarse de la ropa que llevaba y con el crucifijo reflejando los escasos rayos de luz que penetraban en la habitación.

A la mañana siguiente al despertar, sintió grandes deseos de tomar un suculento desayuno, después de desayunar, pidió que lo dejaran dormir un rato más, cosa que no era frecuente en él, cerro la puerta de su cuarto y salió por una ventana, luego por el patio del fondo llego hasta la calle.

Cerca de su casa, había un negocio de juguetes, el dueño era una persona repugnante, avara, de mala educación y poca juiciosa, a la que sólo le interesaba el dinero. El niño  llego hasta la tienda y le propuso cambiar su crucifijo por unos cuantos juguetes, valorados en algunos cientos de dólares, con la condición de que los llevara personalmente al orfanato del pueblo y los entregara a los niños que allí vivían.

El comerciante, ni corto ni perezoso accedió a su deseo y transó el crucifijo por algunos juguetes. Esa misma tarde los niños del orfanato se divertían con el milagroso regalo.

Las noticias locales, comenzaron a destacar la buena voluntad de un tendero de juguetes, que acababa de hacer una gran donación a los niños pobres del orfanato. El nombre del comerciante y el del negocio aparecieron  en primera plana, a partir de entonces la fama acompañaron a ambos.

Por otro lado el niño se refugiaba en su cuarto y aunque vió en la televisión al hombre con el que hizo el trato rodeado de entrevistadores, no le dió la menor importancia.

Al caer la noche, una voz infantil, pero muy dulce y segura pedía a través de una oración “Diosito cuida a mis padres y bendícelos por todo lo que hicieron por mí”, dio gracias por lo vivido y sus ojos se cerraron para siempre.

A primera hora del siguiente día, el vendedor de juguetes disfrutaba de su café mañanero en un negocio frecuentado por otros comerciantes. Se le acerco a un amigo joyero y le comento en alta voz, como para que todos lo oyeran. He hecho un gran negocio, mostrándole el crucifijo y riendo a carcajadas y bajo la mirada atónita de los demás. He ganado miles de dólares en menos de una hora, continuo.

El joyero sorprendido al ver la prenda, le dejo saber que hacía varias semanas, una jóven había mandado a diseñar una prenda similar a su joyería para regalársela en su cumpleaños a su hermanito que estaba muy enfermo y a punto de perder su vida.

El tendero cambio su semblante y esta vez con la cara muy seria, pidió en voz baja a su colega buscar información sobre la chica a la que le había vendido el crucifijo, con el objetivo de contactarla.

Unas horas después el joyero le dio el número de teléfono y el nombre de la jóven.

Infructuosamente durante todo el día trató de comunicar con ella, solo al caer la noche recibió contesta y la triste noticia de que su hermanito se había ido al cielo.

Rogando a la hermana que le permitiera asistir al velatorio, llevó el crucifijo entre sus manos, con lágrimas en sus ojos y con la humildad jamás vista en él, se acercó al niño, le puso la prenda en el pecho y juró ante su cadáver que a partir de ese momento todos los niños del orfanato recibirían sus juguetes gratuitamente.

Unos años después, el tendero de juguetes fue nuevamente noticias, esta vez se anunciaba su fallecimiento y la donación de todo su capital y propiedades al orfanatorio para beneficio de los niños pobres.

Nunca se supo quien fué el verdadero héroe de esta historia, pero no cabe dudas que muchas veces el corazón de los vivos se enternece con el alma de los muertos.

                                                                                                                                                 JBRA.

La diosa de los mares.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Cuando la nostalgia se apoderaba de mis sentimientos, solía pasar largas horas sentado frente al mar, de esa manera meditaba fijando la mirada en su inmensidad.

Una noche de Luna llena y cielo estrellado, decidí llegar hasta una playa situada detrás de la ciudad donde vivo, lugar que las parejas frecuentaban y lo convertían en un sitio ideal para intimar.

Tome posición sobre la raíz de un árbol próximo a la orilla, donde mis pies eran alcanzados por el agua. Entre gritos y gemidos, comencé a observar las luces de los altos edificios, luego me concentré en el reflejo de la Luna en el agua cristalina.

Mi concentración llegó al punto de ver dibujado sobre el agua una hermosa figura de mujer que semidesnuda se acercaba cada vez más y más a la orilla donde yo estaba. Su pelo rubio y mojado hacían la combinación perfecta con sus ojazos azules, su nariz perfilada y sus carnosos labios la hacían lucir como una diosa.

Sentí su voz suave y seductora que me invitaba a adentrarme al mar, el agua era cálida y  tranquila.

Fuí acercándome poco a poquito y estreché su cuerpo con el mío, fundidos en un abrazo nos besamos como si estuviéramos acostumbrados a hacerlo de antemano, nos sumergimos en el agua y disfrutamos los placeres que bajo la luz de la luna nos hace sentir diferente a lo normal.

Seguía escuchando gritos y quejidos de las parejas que prefirieron quedarse en la orilla sin mojar  su cuerpo, al menos por el agua de mar. También escuché una música suave digna para enamorados y me espacié con la diosa del mar de todo lo que me rodeaba, al punto de perder la noción del tiempo, no se describir exactamente lo que viví, pero yo estaba allí, con el agua hasta el cuello.

Un sonido de sirenas, me hizo volver en mí, cuando reaccioné un equipo de salvamento luchaba por sacarme del agua, casi desfallecido y llamando sin saber su nombre a la diosa del mar.

Entre el murmullo de la gente concentrada en la orilla, fuí trasladado a un hospital de emergencias, algunos vanos recuerdos de lo sucedido llegaban a mi mente. Mi nostalgia se combinó con algún tipo de alucinación y esto casi me cuesta la vida.

No culpo al mar por mis instintos criminales, seguiré meditando preferiblemente acompañado y con la seguridad de que no hay sirenas o diosas en los mares.

                                                                                                                                              JBRA.

Mi amor secreto.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Fue en Mayo 27 la última vez que te ví, recuerdo la fecha porque era mí cumpleaños y tú formaste parte de la sorpresa que me prepararon.

Supe que te habías ído a vivir muy lejos de nuestra ciudad, cambiando el calor tropical por la blanca nieve, cuando recibí la noticia  de tu partída, mis ánimos se fueron al piso y mi corazón sufrió un desgarre irreparable, entonces tuve la corazonada de que nunca mas volvería a verte.

Un tiempo después, no recuerdo exactamente cuantos meses mas tarde, volví a escuchar de tí, me sentí triste porque no te había ido bien, pero contento por tu regreso. Inmediatamente intenté comunicarme contigo, seguí pistas que sólo me llevaban a lugares equivocados, comencé a frecuentar los sitios que tu acostumbrabas visitar y no te encontraba, probé en las redes sociales y solo pude conseguir tu fotografía. Estabas tan cerca y tan lejos a la misma vez.

Cuando mi relación matrimonial terminó, todos los días le pedía a Dios poder hablarte, pero no hubo resultados, sólo el sabía porque no debíamos encontrarnos.

Escribí poemas de amores para tí, desahogando mis penas. Durante las noches abrazaba mi almohada y murmuraba tu nombre, hablaba contigo sin tu estar conmigo, te contaba todo sobre mi vida y te pedía consejos.

En muchas ocasiones, me sorprendía al descubrir algunas lágrimas en mis ojos, tal vez mi corazón también lloraba desesperadamente, otras veces al imaginar tu sonrisa, yo sonreía y decía, no estas presente pero te llevo en mi mente.

Durante mucho tiempo le hablé a las personas de tí como si fueras mi compañera sentimental, como se habla de un gran amor, como si fueras mi confidente, mi protectora, luego, al aceptar la realidad, comprendí que no existías para mí.

Fue entonces, cuando en tu ausencia, apareció un nuevo amor, alguien a quíen le entregué mi corazón como te lo hubiese entregado a tí, alguien  a quien respeto y quiero como te hubiese respetado y querido a tí.

Reconocí, que ya te había perdido a pesar que nunca fuiste mía y aprendí que se puede amar a una persona ausente con la misma intensidad que se ama a una presente.

Tal vez jamás sepas que fuíste mi amor secreto, quizás un día muy lejano te enteres que fuiste dueña de mi corazón, o quizás por casualidad leas la dedicatoria de este escrito y te sorprendas al ver tu nombre. Para entonces  seré yo quien este lejos de tí, lejos, muy lejos de tí.

                                                                                               JBRA.