Los médicos le habían pronosticado un año más de vida, el niño vivía en el seno de una familia adinerada, tenía todo tipo de atenciones y pasaba gran parte de su tiempo en compañía de algún familiar cercano.
A pesar de
no estar solo, el no poder compartir con otros niños de su edad lo hacía
sentirse aislado.
En muchas
ocasiones, la madre le dejaba saber lo afortunado que era al tener a su
alrededor a tantas personas que lo amaban y comparaba su nivel de vida con la
de los niños que vivían en un orfanato en
las afuera del pueblo, donde la carencia de alimentos y el calor
familiar eran evidentes.
En su último
cumpleaños recibió todo tipos de regalos, unos de menos valor que otros, pero
todos muy caros.
Su hermana
le obsequió un crucifijo valorado en miles de dólares, lo colocó en su cuello y
a pesar de la tristeza que albergaba, dió las gracias por el regalo dejando
escapar una leve sonrisa.
Al terminar
el día, el niño exhausto quedó dormido en su cama sin despojarse de la ropa que
llevaba y con el crucifijo reflejando los escasos rayos de luz que penetraban
en la habitación.
A la mañana
siguiente al despertar, sintió grandes deseos de tomar un suculento desayuno,
después de desayunar, pidió que lo dejaran dormir un rato más, cosa que no era
frecuente en él, cerro la puerta de su cuarto y salió por una ventana, luego
por el patio del fondo llego hasta la calle.
Cerca de su
casa, había un negocio de juguetes, el dueño era una persona repugnante, avara,
de mala educación y poca juiciosa, a la que sólo le interesaba el dinero. El
niño llego hasta la tienda y le propuso
cambiar su crucifijo por unos cuantos juguetes, valorados en algunos cientos de
dólares, con la condición de que los llevara personalmente al orfanato del pueblo
y los entregara a los niños que allí vivían.
El
comerciante, ni corto ni perezoso accedió a su deseo y transó el crucifijo por
algunos juguetes. Esa misma tarde los niños del orfanato se divertían con el
milagroso regalo.
Las
noticias locales, comenzaron a destacar la buena voluntad de un tendero de
juguetes, que acababa de hacer una gran donación a los niños pobres del
orfanato. El nombre del comerciante y el del negocio aparecieron en primera plana, a partir de entonces la
fama acompañaron a ambos.
Por otro
lado el niño se refugiaba en su cuarto y aunque vió en la televisión al hombre
con el que hizo el trato rodeado de entrevistadores, no le dió la menor
importancia.
Al caer la
noche, una voz infantil, pero muy dulce y segura pedía a través de una oración “Diosito
cuida a mis padres y bendícelos por todo lo que hicieron por mí”, dio gracias
por lo vivido y sus ojos se cerraron para siempre.
A primera
hora del siguiente día, el vendedor de juguetes disfrutaba de su café mañanero
en un negocio frecuentado por otros comerciantes. Se le acerco a un amigo
joyero y le comento en alta voz, como para que todos lo oyeran. He hecho un
gran negocio, mostrándole el crucifijo y riendo a carcajadas y bajo la mirada atónita
de los demás. He ganado miles de dólares en menos de una hora, continuo.
El joyero
sorprendido al ver la prenda, le dejo saber que hacía varias semanas, una jóven
había mandado a diseñar una prenda similar a su joyería para regalársela en su
cumpleaños a su hermanito que estaba muy enfermo y a punto de perder su vida.
El tendero
cambio su semblante y esta vez con la cara muy seria, pidió en voz baja a su
colega buscar información sobre la chica a la que le había vendido el
crucifijo, con el objetivo de contactarla.
Unas horas
después el joyero le dio el número de teléfono y el nombre de la jóven.
Infructuosamente
durante todo el día trató de comunicar con ella, solo al caer la noche recibió
contesta y la triste noticia de que su hermanito se había ido al cielo.
Rogando a
la hermana que le permitiera asistir al velatorio, llevó el crucifijo entre sus
manos, con lágrimas en sus ojos y con la humildad jamás vista en él, se acercó
al niño, le puso la prenda en el pecho y juró ante su cadáver que a partir de
ese momento todos los niños del orfanato recibirían sus juguetes gratuitamente.
Unos años
después, el tendero de juguetes fue nuevamente noticias, esta vez se anunciaba
su fallecimiento y la donación de todo su capital y propiedades al orfanatorio
para beneficio de los niños pobres.
Nunca se
supo quien fué el verdadero héroe de esta historia, pero no cabe dudas que
muchas veces el corazón de los vivos se enternece con el alma de los muertos.
JBRA.
JBRA.
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