Lineas convergentes

Lineas convergentes

Lineas convergentes

miércoles, 9 de diciembre de 2015

El niño, el crucifijo y el tendero.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Los médicos le habían pronosticado un año más de vida, el niño vivía en el seno de una familia adinerada, tenía todo tipo de atenciones y pasaba gran parte de su tiempo en compañía de algún familiar cercano.

A pesar de no estar solo, el no poder compartir con otros niños de su edad lo hacía sentirse aislado.

En muchas ocasiones, la madre le dejaba saber lo afortunado que era al tener a su alrededor a tantas personas que lo amaban y comparaba su nivel de vida con la de los niños que vivían en un orfanato en  las afuera del pueblo, donde la carencia de alimentos y el calor familiar eran evidentes.

En su último cumpleaños recibió todo tipos de regalos, unos de menos valor que otros, pero todos muy caros.

Su hermana le obsequió un crucifijo valorado en miles de dólares, lo colocó en su cuello y a pesar de la tristeza que albergaba, dió las gracias por el regalo dejando escapar una leve sonrisa.

Al terminar el día, el niño exhausto quedó dormido en su cama sin despojarse de la ropa que llevaba y con el crucifijo reflejando los escasos rayos de luz que penetraban en la habitación.

A la mañana siguiente al despertar, sintió grandes deseos de tomar un suculento desayuno, después de desayunar, pidió que lo dejaran dormir un rato más, cosa que no era frecuente en él, cerro la puerta de su cuarto y salió por una ventana, luego por el patio del fondo llego hasta la calle.

Cerca de su casa, había un negocio de juguetes, el dueño era una persona repugnante, avara, de mala educación y poca juiciosa, a la que sólo le interesaba el dinero. El niño  llego hasta la tienda y le propuso cambiar su crucifijo por unos cuantos juguetes, valorados en algunos cientos de dólares, con la condición de que los llevara personalmente al orfanato del pueblo y los entregara a los niños que allí vivían.

El comerciante, ni corto ni perezoso accedió a su deseo y transó el crucifijo por algunos juguetes. Esa misma tarde los niños del orfanato se divertían con el milagroso regalo.

Las noticias locales, comenzaron a destacar la buena voluntad de un tendero de juguetes, que acababa de hacer una gran donación a los niños pobres del orfanato. El nombre del comerciante y el del negocio aparecieron  en primera plana, a partir de entonces la fama acompañaron a ambos.

Por otro lado el niño se refugiaba en su cuarto y aunque vió en la televisión al hombre con el que hizo el trato rodeado de entrevistadores, no le dió la menor importancia.

Al caer la noche, una voz infantil, pero muy dulce y segura pedía a través de una oración “Diosito cuida a mis padres y bendícelos por todo lo que hicieron por mí”, dio gracias por lo vivido y sus ojos se cerraron para siempre.

A primera hora del siguiente día, el vendedor de juguetes disfrutaba de su café mañanero en un negocio frecuentado por otros comerciantes. Se le acerco a un amigo joyero y le comento en alta voz, como para que todos lo oyeran. He hecho un gran negocio, mostrándole el crucifijo y riendo a carcajadas y bajo la mirada atónita de los demás. He ganado miles de dólares en menos de una hora, continuo.

El joyero sorprendido al ver la prenda, le dejo saber que hacía varias semanas, una jóven había mandado a diseñar una prenda similar a su joyería para regalársela en su cumpleaños a su hermanito que estaba muy enfermo y a punto de perder su vida.

El tendero cambio su semblante y esta vez con la cara muy seria, pidió en voz baja a su colega buscar información sobre la chica a la que le había vendido el crucifijo, con el objetivo de contactarla.

Unas horas después el joyero le dio el número de teléfono y el nombre de la jóven.

Infructuosamente durante todo el día trató de comunicar con ella, solo al caer la noche recibió contesta y la triste noticia de que su hermanito se había ido al cielo.

Rogando a la hermana que le permitiera asistir al velatorio, llevó el crucifijo entre sus manos, con lágrimas en sus ojos y con la humildad jamás vista en él, se acercó al niño, le puso la prenda en el pecho y juró ante su cadáver que a partir de ese momento todos los niños del orfanato recibirían sus juguetes gratuitamente.

Unos años después, el tendero de juguetes fue nuevamente noticias, esta vez se anunciaba su fallecimiento y la donación de todo su capital y propiedades al orfanatorio para beneficio de los niños pobres.

Nunca se supo quien fué el verdadero héroe de esta historia, pero no cabe dudas que muchas veces el corazón de los vivos se enternece con el alma de los muertos.

                                                                                                                                                 JBRA.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario