Lineas convergentes

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miércoles, 9 de diciembre de 2015

La diosa de los mares.

Escrito por: Julio Bautista Rodriguez


Cuando la nostalgia se apoderaba de mis sentimientos, solía pasar largas horas sentado frente al mar, de esa manera meditaba fijando la mirada en su inmensidad.

Una noche de Luna llena y cielo estrellado, decidí llegar hasta una playa situada detrás de la ciudad donde vivo, lugar que las parejas frecuentaban y lo convertían en un sitio ideal para intimar.

Tome posición sobre la raíz de un árbol próximo a la orilla, donde mis pies eran alcanzados por el agua. Entre gritos y gemidos, comencé a observar las luces de los altos edificios, luego me concentré en el reflejo de la Luna en el agua cristalina.

Mi concentración llegó al punto de ver dibujado sobre el agua una hermosa figura de mujer que semidesnuda se acercaba cada vez más y más a la orilla donde yo estaba. Su pelo rubio y mojado hacían la combinación perfecta con sus ojazos azules, su nariz perfilada y sus carnosos labios la hacían lucir como una diosa.

Sentí su voz suave y seductora que me invitaba a adentrarme al mar, el agua era cálida y  tranquila.

Fuí acercándome poco a poquito y estreché su cuerpo con el mío, fundidos en un abrazo nos besamos como si estuviéramos acostumbrados a hacerlo de antemano, nos sumergimos en el agua y disfrutamos los placeres que bajo la luz de la luna nos hace sentir diferente a lo normal.

Seguía escuchando gritos y quejidos de las parejas que prefirieron quedarse en la orilla sin mojar  su cuerpo, al menos por el agua de mar. También escuché una música suave digna para enamorados y me espacié con la diosa del mar de todo lo que me rodeaba, al punto de perder la noción del tiempo, no se describir exactamente lo que viví, pero yo estaba allí, con el agua hasta el cuello.

Un sonido de sirenas, me hizo volver en mí, cuando reaccioné un equipo de salvamento luchaba por sacarme del agua, casi desfallecido y llamando sin saber su nombre a la diosa del mar.

Entre el murmullo de la gente concentrada en la orilla, fuí trasladado a un hospital de emergencias, algunos vanos recuerdos de lo sucedido llegaban a mi mente. Mi nostalgia se combinó con algún tipo de alucinación y esto casi me cuesta la vida.

No culpo al mar por mis instintos criminales, seguiré meditando preferiblemente acompañado y con la seguridad de que no hay sirenas o diosas en los mares.

                                                                                                                                              JBRA.

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